El ambiente interior del restaurante es agradable, tranquilo y acogedor.
En la puerta del restaurante, se encuentra desinfectante de manos, lo cual es muy apreciado.
Como neoyorquino, estoy muy contento de haber encontrado este restaurante. Es una verdadera joya que sabe mantenerse auténtico.
Recomendaría probar el Jibarito de lechón, el arroz con pollo y la salsa picante verde. Además, no se deben olvidar de pedir el flan casero y el café con leche.
Sí, definitivamente recomendaría este restaurante. Es muy recomendable, tanto por la calidad de su comida como por el gran café y los trabajadores amables.